No terminar las cosas está asociado con no poder concretar. El trabajo de concretar está asociado con el padre, lo masculino, con cómo fue la relación de mi mamá frente a mi papá y cómo esa relación se manejó frente a nosotros por parte de nuestra madre. Es decir, cuando no podemos concretar es porque hay una ruptura en la relación con nuestro padre, porque no estamos viendo a nuestro papá con nuestros ojos sino con los ojos de nuestra madre, porque somos fieles a ella.
Permitirnos ver a nuestro papá con nuestros propios ojos, como hijo, como hija y no a través de nuestra mamá que lo ve como pareja, es el primer paso que podemos dar y trabajar para poder empezar a concretar las cosas.
Entender que somos también 50% papá. Si no tenemos esa relación sanada, tenemos algo de rencor ahí, tenemos dentro una tristeza, rabia o miedo frente a nuestro papá, entonces concretar nos va a costar mucho.
Pero para trabajar la relación con nuestro padre primero hay que ver la relación con mamá, ver cuál es el vínculo, desarrollarlo y reconstruirlo para a partir de ahí ver cómo desarrollar la relación con papá, pero como hijo.
La terapia sistémica ayuda enormemente a este proceso de concreción porque justamente nos pone en nuestro lugar como hijo y nos aleja de la dinámica de pareja que había entre nuestros padres. Nos ayuda a entender que es relación es de ellos y nosotros no tenemos nada que ver con eso, solamente somos el hijo, no somos jueces.
En ese sentido, ponernos en nuestro lugar nos permite tomar a nuestro papá tal y como es para comenzar a concretar.