Uno de los legados más maravillosos que nos dio el padre de las constelaciones familiares Bert Hellinger es el descubrimiento de una ley sistémica donde expresa que el sistema o la familia no acepta espacios vacíos. ¿Y qué sucede con esto que dice Hellinger? Cuando hay alguien excluido en nuestro sistema familiar, es decir, un aborto que no se incluye o una enfermedad vergonzosa que excluye a alguien de la familia, un alcohólico, la oveja negra, o alguien que se murió a temprana edad y no se quiere hablar de eso porque generó mucho dolor, las generaciones que siguen inevitablemente van a ocupar ese lugar y lo ocupan siendo como la otra persona excluida.
Por esta razón, sentimos en el presente que no somos vistos, nos sentimos excluidos, sentimos que los demás son los que nos excluyen, pero realmente nos incluimos nosotros mismos y los que no nos vemos somos nosotros.
Si nuestra madre, por ejemplo, perdió a un hijo antes de nuestro nacimiento y ella no cura esa emoción, lo que pasará es que ella no nos va a ver a nosotros sino al hijo que perdió. Y si a nuestra madre le pasó lo mismo, es decir, que su madre perdió a un hijo antes y a ella nunca la vieron y no aprendió ese parte maternal, es posible que repita ese patrón con nosotros.
Aquí la terapia sistémica es valiosísima porque podemos incluir a aquellos que no conocimos, que no se nombran, que no sabemos cómo se llaman, que a lo mejor no sentimos ningún afecto hacia ellos, pero el solo hecho de incluir genera un proceso inmediato donde empezamos a ponernos en nuestro lugar y no tenemos que ocupar el lugar de nadie. Ya no tenemos que estar activando ese desamor o activando esa exclusión para que nuestros padres nos vean.
Esta situación se ve mucho en las guerras y revoluciones donde son los jóvenes los que pagan el precio más alto. Y son ellos porque son los que quieren incluir aquello que otros no hicieron. Lo hacen porque los que murieron en esa guerra o revolución murieron y ahora quieren reconocerlos. Entonces estos jóvenes llevan esa carga como peso.
