Cambiar ciertas cosas algunas veces da mucho temor, y probablemente cambiar de casa es una de ellas. Tan solo pensar que tendrás vecinos nuevos, estarás en un lugar distinto y tendrás que adaptarte a ese sitio nuevo da un poco miedo. Lo cierto es que a lo mejor no queremos dar ese paso, pero ¿por qué?
Primero que nada porque una mudanza es un proceso muy estresante y segundo porque ese proceso de cambio hace que se nos disparen historias familiares donde está implicado el cambio.
El cambio siempre es algo que genera miedo, incertidumbre. El cambio es algo que a pesar que muchas veces lo buscamos, es un proceso que nos pone frente a una situación desconocida. Entonces, frente a una situación de este estilo el cuerpo entra en tensión y sentimos muchas emociones. Pero, nuestra actitud frente a esta situación dependerá mucho en cómo fueron los cambios en el transcurrir de nuestra vida, en cómo fueron propuestos desde que éramos chiquitos hasta hoy en día.
Si necesitamos mudarnos porque es un proceso natural de la vida o porque queremos avanzar y cambiar ciertas cosas, pero sentimos miedo, es importante evaluar primero que nada cómo ha sido la experiencia de los movimientos en nuestras vidas desde pequeños hasta hoy.
¿Saben cuál es una de las cosas que más nos limitan en la vida? La experiencia. Sí, la experiencia. Porque ella nos dice cómo van a ser supuestamente las próximas experiencias. Trabajar esas experiencias anteriores con la terapia sistémica y ponerlas en perspectiva nos va a permitir encontrar un poco más de libertad en los próximos cambios.
Hay que recordar que todo cambio trae cosas positivas porque nos pone frente a lo nuevo, y frente a lo nuevo vamos a estar todo el tiempo utilizando la parte de nuestro cerebro frontal, que es la parte de la creatividad, la parte donde no hay hábitos, rutinas y nos va a permitir conseguir otras cosas. Nos vamos a sentir más libres y en esa libertad vamos a disfrutar más los cambios.